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Cuando
estamos decorando nuestra vivienda con el
colorido de las flores, confeccionando un
ramo o contemplando la esplendorosa floración,
no se nos ocurre preguntarnos ¿desde cuando
es la flor amiga y compañera del hombre?.
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La
Antigua Grecia: |
Ya
antes de la era común las flores jugaban
un papel importante en la antigua Grecia.
En las festividades, los griegos llevaban
palos adornados con flores y sarmientos,
tal como puede verse hoy todavía en algunas
regiones durante las fiestas de la cosecha,
celebraciones infantiles o cabalgatas.
La estrecha relación, tal como se conoce
hoy, entre flores y hospitalidad no es,
sin embargo, nada nueva. En la antigua
Grecia se recibía al huésped con coronas
de hojas aromáticas para refrescarle la
frente después de un largo viaje. Si una
mujer joven encontraba una corona dedicada
en la puerta de su casa, sabía que un
admirador secreto le había dejado este
saludo en forma de flores para expresarle
sus afecto. También era costumbre coronar
a las novias con rosas. Había incluso
tiendas especializadas en coronas y tiestos
decorados. A las mujeres que se dedicaban
a confeccionar coronas se las consideraba
mucho socialmente. |
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El
imperio Romano: |
En
el Imperio Romano la rosa tuvo una gran
difusión. Los soldados partían hacia la
guerra portando rosas; cuando volvían
como vencedores, desfilaban en la marcha
triunfal de nuevo con adornos de rosas.
En las fiestas dedicadas a la rosa, el
derroche era aún mayor. La gente cubría
sus camas, incluso el suelo de las habitaciones,
con pétalos aromáticos. Las calles se
decoraban con alfombras de rosas frescas.
Nerón casi llegó a arruinarse con los
preparativos para una gran fiesta de la
rosa; cuando iba a emprender un viaje
de placer en barco hacía arrojar rosas
en la orilla. Durante el invierno no florecen
las rosas. Entonces ¿había que celebrar
las festividades en primavera o festejarlas
sin rosas?. Pero esto último era impensable
porque una fiesta sin rosas se consideraba
entonces igual que hoy la festividad de
Reyes sin regalos. Afortunadamente se
halló un modo de ayudar a la Naturaleza.
Se desarrolló una audaz construcción de
finísimo techo de alabastro y se calentó
el suelo mediante un sofisticado sistema
de tubos de agua caliente, para poder
disponer también de rosas en la época
fría del año. Fue así como nació el invernadero.
Pero durante el verano que no había dificultades
de suministro, ya que las rosas podían
desarrollarse en todo su esplendor al
aire libre, gracias al clima favorable,
la gente se cubría la cabeza con coronas
de rosas, manteniéndola de ese modo fresca.
Daban el nombre de coronas a las coronas
de flores y hojas, que originalmente sólo
llevaban los sacerdotes y las personas
que hacían ofrendas. Más tarde se concedían
como premio o distinción, es decir, como
corona de laurel para los vencedores de
competiciones pacíficas, así como para
los soldados que se habían destacado en
el combate. Convertida ya en el símbolo
de los emperadores, se elaboraba de metal.
Por extensión, las que portaron más tarde
los soberanos en Occidente representaron
dignidad y poder. Las habitaciones de
las casas romanas no sólo se embellecieron
-como ya se ha mencionado- con alfombras
de rosas, sino también con guirnaldas
de flores frescas, frutas y hojas. Estas
sirvieron de modelo para los relieves
de piedra, que luego se utilizaron también
para adornar las viviendas. |
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El
Renacimiento: |
En
el Renacimiento el amor a las flores
alcanzó su punto culminante. Se fabricaron
floreros, porque se impuso la moda de
que sobre cada mesa hubiera un ramo
de flores. Los pintores las emplearon
con frecuencia como motivos de sus cuadros
y se popularizaron los bodegones con
flores. Pero no sólo tenían un valor
decorativo, sino que también simbolizaban
el carácter efímero de todo lo vivo.
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El
Barroco: |
En
el Barroco se incrementó la afición
a las flores, pero se perdió la naturalidad.
La artificiosidad se consideraba elegante.
Los caballeros seguían obsequiando a
la dama de su corazón con flores, pero
sin olor y sin espinas. Sólo entre las
frutas, en artísticos fruteros se solían
colocar flores frescas. |
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El
Romanticismo: |
Un
salto en el tiempo hasta el romanticismo
burgués nos permite comprobar que en
esa época se valoraban más los sentimientos.
Los muebles con motivos florales eran
ya anticuados; sin embargo; las mesitas
con floreros se pusieron de moda. Las
personas llevaban flores o tiestos con
flores a sus casas y se sentían felices
viviendo ese idilio floral. A finales
del siglo pasado, las damas se ocupaban
preferentemente de los arreglos florales.
Rivalizaban por superarse en la decoración
de las mesas para banquetes e inventaban
constantemente nuevas creaciones. |
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Nuestros
tiempos: |
Después
de haber pasado por diferentes épocas
llegamos a nuestros tiempos, hoy en
día, las flores son un inolvidable
recuerdo para toda ocasión, un riquísimo
perfume, una elegante decoración....
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